Vladimir Tatlin en 1920, expresaba sus inquietudes en los círculos de la vanguardia artística europea sobre el papel catalítico de la arquitectura en un mundo económica y políticamente bipolar. El constructivismo ruso plantea una postura de un arte basado en líneas puras, formas geométricas y la simplicidad funcional desprovista del ornamento burgués de una nueva sociedad productiva. Esto se replica inmediatamente en la arquitectura que reconoce al hormigón, el vidrio, el metal y la tecnología, como la nueva posibilidad de una vanguardia funcionalista, donde la obra debe ser una pausa en el desarrollo y no una meta endurecida, El Lissitzsky (1920). Es así que la casa Mora – Boshkov, acoge este principio filosófico de la arquitectura y el arte moderno, para implantar un prisma puro negro, en el paisaje accidentado en las cercanías del poblado de Tisaleo / Ecuador. La obra reconoce al paisaje como punto central de su conceptualización, enmarcándolo desde la arquitectura al tiempo que, en su emplazamiento apenas y modifica las características naturales del sitio, adaptando el proyecto al perfil topográfico del terreno.
21 de November de 2021